28.11.11

20.11.11


Soy demasiado débil. Demasiado lento. Demasiado grande. Comí mucho en el desayuno. Me duele la cabeza. Está lloviendo. Mi perro está enfermo. No puedo ahora mismo. No estoy inspirado. Huelo mal. Soy alérgico a estas cosas. Soy gordo. Soy flaco. Hace mucho calor. Tengo razón. Hace que me duela el brazo. La cabeza. Estoy distraído. Tengo muchas cosas que hacer. Me encantaría, en serio, pero no puedo. Están poniendo mi serie favorita. Tengo que hacer el lunes... el martes... el miércoles... No quiero hacer esto, quiero hacer algo más. El próximo año. La semana que viene. Estoy cometiendo un error. Tengo deberes que hacer. Estoy cansado. Es un día complicado. Mi entrenador me odia. Mi madre no me deja. Me lastimo fácilmente. Está muy oscuro. Hace frío. Me duele. Esto es peligroso. Lo siento, pero no tengo una bicicleta. No he dormido lo suficiente. No he dormido bien. No quiero parecer cansado ahora. Necesito un mejor entrenador. Me duele el estomago. No soy un tipo atlético. No quiero sudar. Tengo mejores cosas que hacer. No quiero caerme. ¿Tengo que hacer esto? Debería ser promocionado. Y me duelen los pies.

SIN EXCUSAS.

11.11.11

1.11.11

Caos.

Hoy estoy en uno de esos días en los que es necesario escribir para vaciar el alma. En cuanto al título, no hay ninguna palabra de las 300.000 ó 400.000 de la lengua española que sea más acertada y que explique mejor mi situación por muy rebuscada o especializada en su ámbito que sea. El desanimo, el desasosiego y la apatía, arañas silenciosas, se han apoderado de mí y tejen su tela en todos los rincones.

Mientras pisoteo las teclas con mis dedos no puedo parar de pensar en lo que soy, en lo que me he convertido y en lo que deseo llegar a ser y cuán larga debe ser la distancia que separa estas diferencias. Además, me cercioro de algo de lo que ya tenía consciencia: lo cierto es que no estoy en un 'mal día', simplemente. No, esto no es así. Ojalá fuera todo tan sencillo. Ojalá pudiera irme a dormir con la certeza de que al día siguiente me voy a levantar y nada va a ser de la misma forma, como la gente normal, pero no es algo que se vaya a ir por sí solo, sin más.

Hay una técnica psicológica que se basa en la escritura de cualquier pensamiento y/o sentimiento que le venga a la mente al sujeto durante 15 minutos para aportar claridad. Estoy comprobando sus beneficios ahora mismo.

Racionalizando paulatinamente a través de este (largo o corto, según como se mire) mes, he llegado a una nueva conclusión que se me había escapado en mi últimamente débil proceso de introspección y que ha sido lo mismo que he dicho en la sala de visita de la Dra. J.: estoy evadida de la realidad. La imaginación -porque lo contrario a la realidad tampoco podría ser llamado irrealidad, puesto que de cierto modo por más que me empeñe no puedo escapar de la verdad- es más cómoda, sencilla y gratificante. La realidad, en cambio, me parece muy asfixiante y agotadora. Siempre que puedo (e incluso más) escapo de mi propia realización personal hasta llegar a un mundo absorbente del cual me es cada vez más complicado y angustioso salir.

Hace unos días leí en el libro de Nación Prozac una quote de Heráclito que me parece muy oportuna debido a mi conclusión anterior y que he reinterpretado subjetivamente a mi manera. La frase dice así: "¿Cómo puedes escapar de lo que nunca se desvanece?"

¿Cómo puedo evadirme de la realidad si siempre está ahí? ¿CÓMO? Es simple y llanamente imposible.

Me encuentro desarrollando lo que podríamos llamar una bulimia positiva. Al igual que pueden llegar a existir connotaciones positivas en el racismo (véase racismo positivo), le he denominado bulimia positiva al proceso en el que convierto mis sentimientos en palabras para después plasmarlas en papel, sacarlas de mi interior y poder olvidarme de ellas y, en consecuencia, de los sentimientos que me delimitan.

Todo está fuera de control, y estoy en un estado entre asustada y confortablemente inmovilizada. Me queda todo demasiado grande y los días se suceden rápidamente mientras malgasto horas, minutos, segundos. Estoy tan confusa que no se qué pensar, qué hacer, qué escribir. Me siento perdida. Por dentro. (Y esa es, quizá, de las peores pérdidas.) Todo está hecho un caos. Antes sólo era yo, ahora es todo lo demás. He reproducido mi caótico yo en la realidad hasta dar formas físicas a mi desorden interno. El caos de mi interior se está trasladando y plasmando en mi vida. 

Todo es un caos. CAOS. CAOS. CAOS.

"La vida es como una bicicleta. Si quieres mantener el equilibrio no puedes parar." Pese a todo, he de seguir adelante. No tengo tiempo ni de pararme a pensar si realmente puedo -me atrevo-, simplemente tengo que seguir adelante. Empezar supongo que es lo más difícil, lo demás irá todo rodado. 

Qué vértigo me da todo.